Hubo un tiempo donde era la banca la que perseguía a los clientes para ofrecerles productos y buenas rentabilidades por sus ahorros, hoy tienes que ir antes de las 11:00 para que te atiendan. Lo triste de nuestro país es que además de colas del hambre ahora también hay colas para entrar en el banco a buscar lo que es tuyo. Pero lo realmente discriminatorio de esta situación, es la forma en que los bancos están tratando a nuestros mayores, exigiéndoles un nivel y conocimientos tecnológicos e informáticos para gestionar el fruto de su trabajo que la gran mayoría no poseen. La exclusión financiera afecta cada vez a más personas, ya no sólo por la digitalización bancaria sino también por el cierre de oficinas, sobre todo en zonas rurales, según el artículo desde el 2008 han cerrado la mitad de sucursales y 100000 empleados menos. Este claro caso de discriminación directa, debería hacernos reflexionar si, como sociedad, merece realmente la pena avanzar hacia una banca digital, dejando tirados en la cuneta a aquellos que tantos sacrificios tuvieron que realizar, para que hoy todos podamos disfrutar de este estado de bienestar. Tal y como comenta el autor, estamos hablando de una relación entre una empresa privada y un particular en la cual la empresa sólo trabaja pensando en la rentabilidad, ahora bien no debemos olvidarnos de que el Estado, a través de nuestros impuestos, rescató con miles de millones de dinero público a la banca por lo tanto ésta tiene una obligación moral para con los ciudadanos.
En mi opinión las estrategias a seguir para acabar con esta discriminación deben pasar por la intervención de la Administración. El Estado debe exigir a los bancos unas prestaciones mínimas de obligado cumplimiento entra las que estarían la atención personal y sin limitaciones horarias para hacer gestiones en las sucursales y la no imposición de conocimientos informáticos a personas mayores. Además, las administraciones deben de llevar los servicios bancarios a las zonas rurales que carezcan de ellos.
En la actualidad y gracias a la presión popular, la banca está anunciando la vuelta a los horarios normales en oficinas y el trato preferente a nuestros mayores, esperemos que no se queden solo en la intención cumplan su palabra. Además la empresa pública Correos tiene en marcha un plan para colocar cajeros automáticos en zonas rurales y hacer pequeñas operaciones a través de su personal.
Espero que más pronto que tarde este caso de discriminación sea sólo un mal recuerdo del pasado.
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